jueves, 17 de enero de 2013

Félix Rubén García Sarmiento

Félix Rubén García Sarmiento, conocido como Rubén Darío (18 de enero de 1867 - 6 de febrero de 1916), fue un poetanicaragüense, máximo representante del modernismo literario en la lengua española Es posiblemente el poeta que ha tenido una mayor y más duradera influencia en la poesía del siglo XX en el ámbito hispánico. Es llamado príncipe de las letras castellanas.
Hoy en google han puesto esta imagen recordando a este querido poeta :


Esta es una de sus poesías:


¡Ea! apretad esas cinchas 
y apercibid los overos; 
y que ya tasquen los potros 
el bocado de los frenos. 
Preparad las jabalinas, 
poned traílla a los perros; 
sonad las trompas de caza 
y azores llevad dispuestos. 
¿Ya estáis listos? Pues aprisa, 
vamos al bosque siniestro.? 

II 

Quien tal dice es un altivo, 
noble y alto caballero 
que, con sus alrededores, 
tiene la comarca en feudo. 
Es Don Pedro de Almendares, 
el infanzón altanero 
a quien, por lo valeroso, 
ninguno venció en el duelo. 
El que ha astillado sus lanzas 
en las justas y torneos, 
siempre sereno y triunfante, 
sin temores ni recelos. 

III 

Es Violante una doncella 
con unos ojos muy negros, 
con unos oscuros rizos 
que cuando le caen sueltos 
por la garganta blanquísima, 
por la espalda y por el seno, 
fingen en fondo de mármol 
mallas finísimas de ébano. 
Don Pedro adora a Violante 
y Violante ama a Don Pedro; 
y ambos gozan en deliquios 
de ardorosos embelesos. 

IV 

Pero Violante, la hermosa, 
se enciende en llamas de celos, 
sin que nada de sus ansias 
pueda aminorar el fuego. 
La linda Violante busca 
para sus males remedio, 
y a un nigromante interroga 
contándole sus secretos. 
El nigromante medita; 
y luego, fruncido el ceño, 
busca en yerbas misteriosas 
filtros; y ve los luceros; 
y en caballísticos signos 
quiere hallar el verdadero 
modo de que sus retortas 
puedan curar aquel pecho. 
Por fin, después de lograr 
descifrar aquel misterio, 
y ya encontrada la clave 
del enigma, dijo luego 
a Violante: ?Que el que os ama 
os traiga el ala de un cuervo; 
y con el oscuro copo 
del suave plumaje negro, 
podréis curar la dolencia, 
llevándole junto al pecho. 



Por eso va en su corcel 
el valeroso Don Pedro, 
y con sus gentes al bosque, 
con jaurías y pertrechos. 
Ese es el bosque maldito, 
ese es el bosque siniestro, 
del que mil supersticiones 
andan en boca del pueblo. 
Con temor van caminando 
ojeadores y monteros, 
que a ese bosque nunca llegan 
porque les ataja el miedo. 
?Don Pedro, el bosque es terrible?. 
...Don Pedro se ríe de eso; 
que no teme ese hijodalgo 
ni a los vivos ni a los muertos. 
?Ese bosque está maldito. 
?No importa?dice Don Pedro. 
Y siguen andando, andando; 
y ya están del bosque dentro; 
y ya los toques de caza 
repiten sonoros cuernos, 
y van los genios del aire 
desparramando los ecos. 
Don Pedro no busca fieras 
ni sigue la pista a ciervos, 
ni a cerdosos jabalíes; 
él busca un nido de cuervos. 

VI 

Iba la noche empezando; 
el día iba oscureciendo; 
cuando en un árbol robusto 
medio destroncado y seco, 
graznó un cuervo enorme echado 
en unos grietosos huecos; 
sus ojos fosforescentes, 
su corvo pico entreabierto. 

VII 

Don Pedro fuese hacia él 
afanoso ya y contento; 
puso en comba un arco entonces, 
y disparó... cuando el cuervo 
como una flecha veloz 
voló donde el caballero; 
hincó en los hombros robustos 
sus largas uñas de acero, 
y con picotazos rápidos 
le sacó los ojos negros... 
Don Pedro dio un hondo grito, 
mas mató al pájaro; y luego 
le sacaron aterrados 
servidores y pecheros 
de aquel lugar tenebroso, 
de en medio el bosque siniestro. 
Fue al castillo de Violante, 
con un ala entre sus dedos 
del pájaro, y a la hermosa 
le dijo: ?Mira, estoy ciego; 
por ti he perdido mis ojos 
ángel de mis dulces sueños... 
Yo llegué al bosque maldito 
y me castigó el infierno. 

VIII 

La niña miróle entonces 
y le dijo: ?Buen mancebo, 
yo ya no puedo quererte: 
primero, porque eres ciego; 
y después, porque el de Alcántara, 
noble señor extranjero, 
pidió a mi padre mi mano 
y nos casamos hoy mesmo. 

IX 

Dio un grito de horror terrible, 
y tornado loco el ciego, 
en carrera desatada, 
fue tropezando y cayendo 
por los bosques; y apretando 
contra el dolorido pecho, 
entre los puños crispados, 
la espantosa ala del cuervo.

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