martes, 2 de abril de 2013

La semana santa

¡Intentarlo de nuevo no es malo!
Unos malos recuerdos pueden estropear algo tan bello como La semana santa.
Me acuerdo que de pequeña me llevaban todos los años a ver la semana santa, porque decían que era algo precioso, la primera vez que me llevaron a los hombros, para así ver mejor, pero pasaban los años y ya me decían que era demasiado grande para cogerme así que lo único que veía eran los culos de las personas. Un día decidí no ir mas porque me parecía una pérdida de tiempo, y así estuve muchos años, hasta que cumplí los doce, y cedí a probar otra vez ir a la semana santa. Cuando salí de casa me quedé impresionada todo el mundo estaba súper arreglados y muy contentos, había un ambiente muy alegre en la calle, empezamos a andar y vi a lo lejos un ¡puesto de algodones de azúcar! Fui corriendo a comprarme uno. Cada vez me empezaba a gustar más la semana santa. Empezamos a escuchar los tambores y las trompetas a lo lejos y nos apresuramos a coger un buen sitio. Lo cogimos un poco más adelante entre dos coches. ¡Qué bien se estaba! Nadie nos empujaba y nadie estaba delante para taparnos la visión.
Tal y como se alejó nos fuimos a un bar a tomarnos unas tapitas, cogimos una mesa esplendida, el bar estaba vacío cuando llegamos, pero cinco minutos después se llenó. En el rato que estuvimos en el bar chispeó un poco, pero al irnos dejó de llover. Ya finalmente nos volvimos a casa, llegué con los pies destrozados. Pero al fin y al cabo fue una muy buena y bonita experiencia.
¡Ahora me encanta la semana santa!

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